Barcelona despunta un año más en los rankings internacionales de ciudades globales. El World’s Best Cities la coloca este año en la sexta posición y no solo destaca el clima, las playas y los parques, la arquitectura o la vitalidad de los barrios, sino también su apuesta por ser una ciudad más verde y amable para los ciudadanos.

Barcelona queda solo por detrás de metrópolis tan potentes como Londres, París, Nueva York, Tokio y Dubai, y por delante de otras como Singapur, Berlín o Los Ángeles. Este año, el ranking galardona de forma honorífica a Kiev y reconoce el coraje, la resistencia y la valentía de la capital ucraniana.

Bloomberg considera el World’s Best Cities como “el ranking de ciudades más completo del planeta”. La consultora global Resonance es la impulsora de este prestigioso informe que realiza de forma independiente, siguiendo una metodología propia basada en 6 áreas. El ranking clasifica las 100 mejores ciudades del mundo de más de un millón de habitantes mediante una combinación de estadísticas y opiniones de autóctonos y visitantes.

Barcelona, ciudad de peatones

El World’s Best Cities subraya la iniciativa de la ciudad para convertirse en un mejor hogar para sus habitantes. Las restricciones al tráfico de coches son la principal muestra, además del aumento de carriles bici y la popular iniciativa de las Superilles, que pretende convertir cada vez más aparcamientos y carreteras en parques infantiles y espacios para sentarse.

El ranking destaca el paseo de Sant Joan como uno de los primeros pasillos verdes de España, donde predominan carriles bici, anchas aceras, vegetación y asientos al aire libre. Esta apuesta, explica, es positiva para que ciudadanos y visitantes descubran más y mejor las calles de la ciudad y sus lugares emblemáticos.

El turismo remonta, pero controlado

Tras las consecuencias que la pandemia provocó en el turismo, Barcelona ha recuperado poco a poco sus cifras de visitantes, pero con nuevas restricciones. El ranking habla, por ejemplo, de las normativas que ha establecido la ciudad para regular el alquiler de viviendas turísticas y evitar el agotamiento de la oferta inmobiliaria. Todo con el objetivo de frenar algunos de los problemas que supone el turismo para los ciudadanos.