La palabra vermú viene de wermut (absenta, en alemán) y se refiere a un vino dulce aromatizado que se comercializó por primera vez en Italia en el siglo XVIII. En Barcelona, se suele tomar antes del mediodía en días festivos o fines de semana, junto con una tapa de olivas, marisco, patatas fritas o cualquier otro aperitivo. Si alguien te propone "ir a hacer el vermú", seguramente se refiere al aperitivo en general. Esta frase incluye cerveza, vino, refresco, zumo o lo que sea, pero siempre antes de comer. 

Hacer el vermú era una costumbre muy catalana que fue degradándose y perdiendo su forma original hasta prácticamente desaparecer. El vermú se solía comprar a granel en bodegas tradicionales y se bebía en las ocasiones especiales. No obstante, durante los últimos años se ha vuelto a poner de moda. Cada vez es más común ver en un mismo local un matrimonio de edad avanzada tomando el vermú como ha hecho toda la vida, y, en la mesa de al lado, un grupo de jóvenes haciendo lo mismo. 

Algunas bodegas, como Casa Mariol, en la Sagrada Família, han contribuido al hecho de que el vermú haya perdido su imagen rancia gracias al diseño "muy barcelonés" de la botella, o al haber introducido el vermú en el festival de música electrónica Sónar. 

Hoy muchas tabernas apuestan por la tradición catalana de "hacer el vermú". Hay zonas de Barcelona donde encontrarás bodegas con historia, como el Poble-sec, donde se encuentra Quimet i Quimet, o el Born, con El Xampanyet. También hay zonas muy concurridas por el público local, como la calle de Blai, también en el Poble-sec, o la calle del Parlament, en el barrio de Sant Antoni. Para disfrutar de un buen vermú acompañado de una tapa marinera, el barrio de la Barceloneta es de visita obligada.