Estos edificios delatan el cambio de la arquitectura a finales del siglo XIX. La sociedad estaba cambiando y exigía una nueva ciudad social y funcional más allá de los monumentos. No debería sorprendernos que un arquitecto municipal acostumbrado a realizar teatros, Andreu Audet i Puig, fuera quien firmara estas viviendas.
Los excesos del Barroco dieron paso al orden neoclásico y a las nuevas soluciones modernistas. La planta baja del número 26 nos recuerda los gustos anteriores, con un portal barroco y ventanas bíforas propias del historicismo medieval. No obstante, por su configuración simétrica, la Casa Concepció Mas de Pelegrí (1899) es un edificio neoclásico.
A su lado, la Casa Comellas (1902) sorprende por las soluciones modernistas de la estructura: los balcones semicirculares y el perfil de las barandillas. Sin embargo, ornamentalmente el edificio es todavía historicista, con modillones con elementos vegetales debajo de los balcones y en el alero del tejado.